2014年3月6日星期四
EL SENTIMIENTO DE UN ALUMNO
Otra tarde más... Volvía de trabajar después de 9 horas de nervios, medio enferma y habiendo tomado 4 cafés. En casa me esperaba la televisión y mi sillón, como todas las tardes. Muy contenta pensé "Hoy voy a ir al gimnasio". Después de 15 minutos corriendo en una máquina y mirando cómo la gente levantaba pesas una y otra vez, casi de forma compulsiva, me di cuenta de que a pesar de que mi cuerpo se mantenía fuerte, mi corazón y mi cabeza sólo hacían que vaciarse, ¿qué sentido tenía aquello?
Siempre había oído hablar del Kung-fu tal y cómo lo entendemos en occidente a través de la cultura del cine y la televisión. Quise buscar un sitio donde poder aprenderlo, sin llegar, ahora me doy cuenta, a comprender en qué consistía exactamente aquello.
Después de mirar varias páginas de internet, llegue a la página de la Asociación Española de Songshan Shaolin Kung Fu. Después de tanto buscar, me pareció que rebosaba autenticidad lejos de lo que el mundo occidental siempre me había mostrado. ¡Un auténtico monje Shaolin dando clases de Kung Fu en Madrid! Decidí ir a una clase para probar.
Me di cuenta enseguida de que quien nos daba la clase no era un profesor, se trataba de un Maestro. Con una serenidad pasmosa dirigía la clase al tiempo que corregía los movimientos de los alumnos, chicos y chicas de edades muy distintas. En el ambiente se podía ver el espíritu de sacrificio y las ganas de esforzarse que tenían los alumnos, y como el maestro los impulsaba y dirigía sus esfuerzos para ayudarlos a mejorar. No tardé en comprender que también les unía un espíritu de compañerismo muy especial, viendo como los alumnos más avanzados aconsejaban y ayudaban a los principiantes.
Al terminar la clase me fui a casa con el cuerpo fatigado, pero impaciente por asistir a la siguiente clase. Por primera vez después de nueve horas de trabajo y aunque agotada, no sólo sentía mi cuerpo más fuerte, me di cuenta de que aquella clase me había llenado el corazón y la cabeza de cosas nuevas, ilusiones y energía. Atrás quedaron las tardes de televisión y sillón y aún más las de correr hacia ningún sitio en una máquina.
He seguido yendo a clase. Ahora tengo unos compañeros estupendos con los que me une más que una afición. Tenemos un Maestro que me ha enseñado más que un arte marcial o un deporte. Día a día, con él aprendemos que significa esforzarse para lograr algo, a sobrepasar nuestros límites (no sólo físicos) y lo que es más, a como dirigir nuestro esfuerzo de forma inteligente.
Escribo esto con el fin de que aquella persona, que después de estudiar o de trabajar varias horas, no esté satisfecha con sentarse delante de la tele o hacer simple ejercicio físico repitiendo un movimiento sin pensar, para que se decida a comenzar lo que es algo más que un hobbie o un deporte.
KUNG FU MADRID
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